24/6/09

ERNESTO SABATO FELIZ 98 CUMPLEAÑOS.


Autorretrato, Ernesto Sábato
Hoy mi homenaje va dirigido a uno de mis escritores favoritos, a uno de mis más valorados seres humanos, por su talento, por su sensibilidad, por su bondad y por supuesto, por su narrativa que emana poesía a raudales. Ernesto Sábato,

La vista le falla, no puede escribir, pero si sentir, y también puede pintar. Fabuloso y desconocido como pintor, sus obras llegan a las más grandes cotas de la expresividad, de la sensibilidad en estado puro. Cuando alguien contempla sus autorretratos por primera vez, queda impresionado. No se pueden definir con palabras, sus pinturas hablan.

Ernesto Sábato, nació el día 24 de junio en Argentina en el año 1911. Novelista y ensayista argentino, cuya obra se caracteriza por un profundo contenido intelectual sobre la difícil separación entre las nociones del bien y del mal, y por un estilo brillante e inquietante. Nació en Rojas (Buenos Aires) en el seno de una familia de inmigrantes italianos. Estudió Física y Matemáticas en la Universidad de La Plata; después de doctorarse en 1938, viajó a París para trabajar en los laboratorios Joliot-Curie.

Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato Foto Tomada del Libro Historia de la Literatura Latinoamericana, Volumen V, Editorial Oveja Negra, Bogotá, Colombia.
Entró en contacto con el surrealismo, experiencia transcendente en su vida ya que decidió adentrarse en los territorios más oscuros del arte apoyándose en el lenguaje del inconsciente y en los métodos del psicoanálisis. Regresó a Argentina en 1940 como profesor de la Universidad Nacional de Buenos Aires. En 1945 publicó unos artículos en el periódico La Nación atacando el régimen de Perón, por lo que se vio forzado a abandonar la enseñanza. Estuvo retirado durante un año y el resultado fue el libro Uno y el universo (1945), una colección de artículos políticos, filosóficos en los que censuraba la moral neutral de la ciencia heredada del siglo XIX.

El túnel, fragmento;
"Fue una espera interminable. No sé cuanto tiempo pasó en los relojes, de ese tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a la espera de una muerte. Pero de mi propio tiempo fue una cantidad inmensa y complicada, lleno de cosas y vueltas atrás, un río oscuro y tumultuoso a veces, y a veces extrañamente calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde María y yo estábamos frente a frente contemplándonos estáticamente, y otras veces volvía a ser río y nos arrastraba como en un sueño a tiempos de infancia y yo la veía correr desenfrenadamente en su caballo, con los cabellos al viento y los ojos alucinados, y yo me veía en mi pueblo del sur, en mi pieza de enfermo, con la cara pegada al vidrio de la ventana, mirando la nieve con ojos también alucinados.
A veces volvía a ser piedra negra y entonces yo no sabía qué pasaba del otro lado, qué era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecían; y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida.

Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad.

Yo no decía nada. Hermosos sentimientos y sombrías ideas daban vueltas en mi cabeza, mientras oía su voz, su maravillosa voz. Fui cayendo en una especie de encantamiento. La caída del sol iba encendiendo una fundición gigantesca entre las nubes del poniente. Sentí que ese momento mágico no se volvería a repetir nunca. -Nunca más, nunca más- pensé, mientras empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil sería arrastrarla al abismo,

DOGMATISMO
• En todas las épocas de la historia, los enemigos mas encarnizados del Dogma se han reclutado entre los partidarios de un Dogma Diferente,
• quemándose, ahorcándose o crucificándose mutuamente.
• El auténtico espíritu libre está abierto a todas las posibilidades,
• incluyendo los dogmas y supersticiones [....]
• Si hay algo seguro en nuestros conocimientos es la verdad de que todos los conocimientos actuales son parcial o totalmente equivocados [..] La experiencia realizada hasta el presente ha mostrado que viejas teorías que constituían Dogma apenas han resultado ser Equivocaciones...."
Ernesto Sábato
• No podríamos hablar de Sábato, sin recordar la figura de su mujer, de su amor:
• Matilde Kusminsky Richter, un ser humano extraordinario, que siempre estuvo al lado de Ernesto.
• Ella misma recordaba en una entrevista, como llegó el amor hacia ´Sábato:
• "Fue todo bastante complejo. Se combinaron muchas cosas. Era un momento de cambios cruciales en mi vida, un momento en el que se mezclaba el amor que despertaba en mí un ser tan personal, de una inteligencia que me había encandilado y que al mismo tiempo me conmovía por su apasionada sensibilidad y las ansias de remediar males ancestrales."


Matilde publicó diversos libros de poemas y relatos. Un poema que me conmueve la sangre entera dice así:
• "Llegará el día y habrá que aceptarlo.
• y aunque el corazón se acurruque en el pecho,
• como un pájaro enfermo,
• habrá que aceptarlo.
• Sólo falta saber quién de los dos
• quedará sin oír la respiración del otro,
• huérfano del lenguaje cifrado
• de la otra mirada.
• Quién de los dos
• quedará en el vacío de las sombras,
• sin el latente custodio de su cuerpo.
• Quién sufrirá la alejada presencia
• llenando el vacío de los cuartos."
Matilde Kusminsky Richter, "Cenizas y plegarias"
• Feliz cumpleaños querido y admirado Ernesto Sábato!
• Más información, en esta página donde le rinde homenaje Gabriel Sábato
• Una entrevista en el Semanario Brecha, 6 de septiembre de 1996. Maria Esther Gilio
"Algunos supondrán que, por mi manera de ser, propensa a la melancolía y el pesimismo, estos 90 años con los que cargo encima acabarán por desalentarme; sin embargo, es todo lo contrario." Ernesto Sábato