31/3/12

CUENTOS DE LOS SERES MUERTOS

Alyson Harris







CUENTOS DE LOS SERES MUERTOS


Del mismo día en que Darío quiso reencontrar a Fulvia arrancan todos aquellos recuerdos sobrenaturales.

Al verla, sin anunciarle su llegada, hizo cimbrear las hojas, llenándolas de presagios. Ella, aún estando muerta, sintió un leve escalofrío y un exquisito cosquilleo en la lengua.





Léon Bonnat


Darío avanzó por el cementerio. Encontró 140 cadáveres y cada uno de ellos moría de más muerte que toda la muerte de todos los muertos anteriores. Darío quiso encontrar la salida y pensó en llegar a Fulvia por otros medios, quizá inspirándose únicamente en las corrientes de corazón. Pero cada vez que intentaba llegar a la puerta, la tierra se removía y salía otro muerto cada vez muerto de más muerte.


Philip Ayers


Darío quería romper las manos de los muertos que le agarraban de los tobillos y corría encima de sus cabezas, mientras Fulvia le enviaba sus pensamientos, que escapaban hasta Darío reflejándose en su espejito de plata, templada atmósfera de recuerdos.

Y cada vez que él lograba reflejar su imagen en el espejo, se levantaba otro muerto y le golpeaba hasta el lado opuesto, donde la muerte es más muerte que todas las muertes anteriores.


Thomas Cole



Pero como Fulvia estaba más muerta que todos los muertos del mundo, empezó a gimotear angustiada pidiendo a gritos un poco de agua. Así apareció su imagen, que llegó a Darío en forma de vuelo ancestral. Y Darío escalaba hasta el mejor de los mundos transportado por la melodía violeta fascinante.

Entonces los muertos más muertos de todos los muertos, le arrancaban de los muros hasta hacerle caer por tierra, después le clavaban las uñas hasta adueñarse de su corazón y lo tiraban contra las lápidas sin piedad.

El corazón se desangró, empezó a brotar sangre, sangre roja más roja que todas las sangres del mundo.

Entonces la imagen de Fulvia se hacía más transparente y más blanca, translúcida claridad. Los muertos se ahogaban, mientras la imagen blanca de Fulvia muerta se cimbreaba voluptuosa bajo un aire perfumado.

Así, los muertos más muertos se enfurecieron, se arrancaban los miembros y brotaba más sangre, la sangre roja más roja de todas las sangres del mundo.



Van Ruisdal Jewish Cemetery (1655)



Darío continuó arrancando sus miembros pues ya no podía encontrar su corazón, y vio que sus miembros estaban más rotos que todos los miembros rotos del mundo. Desmembró su cerebro y su imagen se cimbreó fantástica en el lecho pálido de Fulvia a través del espejo, luz sofocante.

En realidad, sus recuerdos están ya muy desvanecidos, más desvanecidos que todos los recuerdos desvanecidos del mundo.


Cristobal Toral